PUEBLA

¿Alguna vez te has preguntado por qué Puebla es llamada la “ciudad de los ángeles”? Tenemos la respuesta: cuenta la leyenda que una corte celestial fue la encargada de trazar sus calles y colocar la campana más grande y pesada de la catedral. Pero, nosotros creemos que hay otros motivos para decir que está cobijada por los mismísimos ángeles: sus casi 365 cúpulas barrocas delineando el horizonte; los sabores delirantes de su gastronomía, como el mole y los chiles en nogada; el azul intenso de su Talavera; sus casonas coloniales convertidas en museos y hoteles y, por si fuera poco, la hospitalidad de su gente.

Por esto y más, también Puebla de Zaragoza es una digna Ciudad Patrimonio de la Humanidad, que merece estar en tu lista de destinos turísticos para conocer en México. Esta ciudad se ubica a dos horas aproximadas desde Ciudad de México.

El turismo religioso es uno de los principales atractivos de la ciudad de Puebla. Al recorrer el centro histórico encontrarás dos ejemplos excepcionales del barroco novohispano: la catedral, que tardó dos siglos en construirse y que tiene las torres más altas de América Latina y la Capilla del Rosario, los ojos no se dan abasto para contar la cantidad de altares recubiertos en oro y azulejos de talavera que se montaron sobre sus paredes.

Los museos son indispensables en la vida cultural de Puebla, un claro ejemplo es el Museo Amparo, muy cercano a la catedral. Tiene una amplia colección de arte prehispánico, colonial y moderno y una terraza, para tomar las mejores fotos de la ciudad. Los fines de semana, el boleto de entrada incluye talleres, como el de moldeado de barro.

A pocos pasos del museo está la calle 5 Oriente, la meca de la talavera poblana, reconocida como Patrimonio Cultural de la Humanidad por la Unesco. Además de ser el mejor sitio para comprar una artesanía elaborada con esta técnica artística, algunos talleres y galerías ofrecen recorridos para conocer los minerales que se utilizan para trabajar la cerámica y cómo se pinta a mano.

Para el antojo, nada como las dulcerías típicas de la calle 6 Oriente. Hay que regresar a casa con los clásicos borrachitos, dedos de novia y camotes de guayaba. De paso, se puede visitar la Casa del Alfeñique, ubicada a unos pasos. Su fachada está ricamente decorada con argamasa que se parece al dulce de alfeñique, elaborado con azúcar, clara de huevo y almendras.

Pasea por los barrios culturales de Puebla

Los fines de semana, la ciudad de Puebla es un escaparate de actividades artísticas, basta con darse una vuelta por el Barrio del Artista, donde se reúnen verdaderos talentos de las artes plásticas, algunos trabajando en vivo frente al público, ya sea pintando, dibujando o moldeando algún metal. También está el pintoresco Barrio de los Sapos, que se convierte en casi un museo de antigüedades y objetos extraños al aire libre. Otro imperdible de este barrio es la famosa cantina La Pasita y sus 22 licores servidos en caballitos.

Fuera del centro histórico de Puebla, la zona sur se ha puesto de moda entre los locales y turistas, los últimos años. Se trata del sector llamado Angelópolis, donde se ubica la Estrella de Puebla, considerada la rueda de la fortuna más grande del mundo, el Museo Internacional del Barroco y Los Fuertes, la zona donde se libró la batalla del 5 de mayo.

El área que componen los fuertes se rehabilitó para instalar un teleférico, un planetario y un parque para hacer picnics y renta de bicicletas; por cierto, hay una ciclopista que lleva hasta el Pueblo Mágico de Cholula.

ATRACTIVOS TURISTICOS DE LA CIUDAD DE PUEBLA

Túneles subterráneos
Descubre un mundo secreto

Los Secretos de Puebla es el recorrido que te lleva a descubrir una red de túneles subterráneos con 500 años de antigüedad. Una de las entradas principales se encuentra en el Barrio del Artista.

La red está dividida en dos secciones y el recorrido inicia en el Puente de Bubas. Iluminado en tonos morados, este pasaje fue creado para conectar la ciudad con el hospital que atendía enfermos de sífilis, en el siglo XVII. El túnel está ambientado con luz púrpura y narraciones de hechos históricos y corridos poblanos. Para comprender mejor su historia, en la superficie hay un pequeño museo que exhibe el proceso de transformación del túnel y las leyendas que lo rodean.

El segundo tramo se ubica en el barrio de Xanenetla, reconocido por los murales que decoran las casas. El túnel Pasaje Histórico del 5 de Mayo, tiene una longitud de un kilómetro y se cree que pudo servir para trasladar las riquezas de la iglesia católica y después como trincheras en la Batalla de Puebla, ya que se conecta con los Fuertes de Loreto y Guadalupe.

En su interior hay armamento y juguetes del siglo XIX. Después de caminar, no queda más que salir hacia la Laguna de la Concordia, escenario que todas las noches recrea a través del mapping, leyendas poblanas.

Bibiloteca Palafoxiana
Páginas llenas de historia

¿Sabías que México cuenta con la Memoria del Mundo? Así es como la Unesco reconoció a la Biblioteca Palafoxina de Puebla, por ser la más antigua de América y conservar su mobiliario y acervo original, con más de 45 mil 86 libros.

Ubicada sobre la calle 5 Oriente, en pleno centro histórico de Puebla, la Biblioteca Palafoxina fue creada para albergar la colección personal bibliográfica de Juan de Palafox, quien fuera obispo de la ciudad de 1639 a 1646, año en se hizo oficial la donación de su acervo literario a los colegios tridantinos. Por ser una biblioteca para seminaristas, el obispo puso una condición para hacer la donación, que sus puertas fueran abiertas a cualquier persona que supiera leer.

En 1773, el entonces obispo de Puebla, Francisco Fabián y Fuero, estableció la nave principal de 43 metros de longitud de la Biblioteca Palafoxiana para que la población pudiera disponer de la colección de Palafox, así como de la propia; y edificó dos pisos de fina estantería de ayacahuite, coloyote y cedro.

El acervo se fue incrementando gracias a otras donaciones de autoridades católicas y por la incorporación de la biblioteca de los colegios jesuitas. Así pues, la Palafoxiana está constituida por tres colecciones: libros, manuscritos e impresos sueltos, distribuidos en 54 materias, que van desde derecho canónico hasta química.

También hay textos en catorce idiomas: español, latín, francés, italiano, náhuatl, mixteco, griego, hebreo y árabe, por mencionar algunos. Entre los libros sobresalen: Los Nueve Libros de la Historia, de Herodoto; el Libro de las crónicas o Crónica del Mundo, que imprimió Antón Koberger, ilustrado con dos mil figuras grabadas; el Vocabulario, de Alonso de Molina, que data de 1571; y, la Doctrina Christiana, del agustino Fray Juan de la Anunciación, impreso por Pedro Balli, en 1575.

La Biblioteca Palafoxina permite visitar sus lujosas estanterías y gran acervo, a través de recorridos guiados. Abre de martes a domingo de 10 a 18 horas.

Gastronomía

La gastronomía poblana, producto del mestizaje que devino con la Conquista de México por parte de los españoles, es una de las más representativas de la República Mexicana. Numerosos mitos están asociados a algunos de los platillos más conocidos de la gastronomía regional del estado, a la que se suele identificar en México en relación con dos platillos que se consideran platillos nacionales: el mole poblano, los chiles en nogada y el mole de caderas. Sobre el mole, la leyenda dice que fue creación de sor Andrea de la Asunción, del convento de Santa Rosa en la ciudad de Puebla. Esta monja habría creado el platillo en ocasión de la visita del obispo a su congregación. En la leyenda, el nombre del plato se asocia con una expresión de admiración de una compañera de Andrea de la Asunción al ver a ésta moliendo los ingredientes afanosamente,97 aunque se sabe que la palabra mole es de origen náhuatl98 y que la mezcla de chiles secos o frescos en la confección de salsas era una práctica común en las gastronomías mesoamericanas precolombinas. A esta base de chiles, uno de los ingredientes básicos de la gastronomía mesoamericana, se sumaron especias y los aceites llegados con los españoles, que dieron origen a los moles contemporáneos, cuya preparación de ninguna manera es exclusiva de Puebla, aunque el mole más conocido sea precisamente el poblano.

Otro de los platillos más tradicionales y endémicos del Estado de Puebla es, sin duda, el de los chiles en nogada. Los ingredientes que se usan para la preparación de este plato son variados, además de ser característicos de la región: consiste en rellenar un chile poblano con carne de res o de puerco previamente cocinado con pasas, almendras, manzana y pera panochera (nombre que se le da a un tipo de pera en la región); ya relleno, se capea en huevo a punto de turrón y harina blanca; se baña en la nogada, que es una salsa hecha con leche, nuez de Castilla, brandy y queso de cabra, adornado con granitos de granada y hojas de perejil. La leyenda asocia la creación de este platillo con una monja del convento de Santa Mónica, también en la ciudad de Puebla. El plato habría sido confeccionado en honor de Agustín de Iturbide, en ese tiempo, emperador de México. Sin embargo, la nogada aparece en recetarios del siglo XVIII, por lo menos un siglo antes de la independencia de México, y el chile en nogada no aparece en estos recetarios sino hasta mediados del siglo XIX, treinta años después de la abolición del Primer Imperio Mexicano.99

El mole de caderas es un platillo tradicional de carne de chivo de la región de Tehuacán, Puebla, en México. Es considerado uno de los platillos más importantes de la región, debido a la prolongada crianza y cuidados en la preparación del animal -del cual se aprovecha la totalidad de la carne- y de la celebración del Festival de la Matanza que acompaña y da inicio al sacrificio de animales de crianza para la preparación de los alimentos y para la posterior conservación y curado de la carne. En la preparación del mole de caderas se emplea la carne y hueso de la cadera, condimentos a base de sal y chile, con un caldo de color rojo hervido con la carne de las caderas y ejotes silvestres. El sabor del platillo es característico de la carne de los chivos que son llevados durante un trayecto de un año pastando a través de las regiones del sur del estado de Puebla y del norte de Oaxaca, alimentando al ganado solo con la hierba de la región y grandes cantidades de sal evitando a toda costa que los animales beban agua y se mantengan hidratados solo por aquella que les proporcionan los vegetales consumidos. De la práctica de este tipo de crianza se obtiene carne de un sabor fuerte y característico con el cual se preparan los platillos tradicionales.

Más allá de estos dos platos ampliamente conocidos en México y a nivel mundial, la cocina poblana es muy variada y comparte con otras gastronomías mexicanas el mestizaje de elementos indígenas, españoles y asiáticos, producto de la historia del país. Solo en la ciudad de Puebla es posible encontrarse con gran cantidad de platillos, desde antojitos como chalupas, cemitas, tortas, tamales de diversos estilos; hasta alta cocina internacional, dulces y bebidas tan particulares como la pasita (que es una bebida a base de Licor de uva pasa que se acompaña con un pedazo de queso y una pasa ensartados en un palillo, única de la Angelópolis). En toda Puebla, la base de la comida es el maíz, el frijol y el chile, y estos tres elementos se combinan para producir una gran cantidad de platillos, como las enfrijoladas, que se consumen en cualquier localidad poblana. Además de la capital, la cocina poblana se diversifica en cada una de sus regiones, donde incorpora características particulares, según los recursos e ingredientes disponibles. Por ejemplo, el mole de caderas de Tehuacán se prepara en honor del Festival de la Matanza, en que se sacrifican los chivos de los hatos familiares. En la Mixteca, el repertorio gastronómico incorpora insectos como los cuetlas y los jumiles; cactáceas como la biznaga y la pitaya; frutos tropicales como el zapote negro, y a base de huajes se prepara el huaxmole.100 En el centro del estado se pueden encontrar mixiotes, barbacoa y pulque, todos deudores del maguey; además, está la gran tradición de lácteos de Chipilo, donde los descendientes de los vénetos establecidos en la región continúan produciendo quesos al estilo de Italia.

Dulces

En el estado de Puebla, se produce un gran variedad de dulces que destacan por su gran colorido y variedad de sabores, la mayoría creados desde la época virreinal. En los conventos de Santa Mónica y Santa Rosa se elaboraron por primera vez toda la gama de dulces que por su característico sabor y gran calidad se han vuelto famosos en México y en el mundo como son las tortitas de Santa Clara, los camotes poblanos o camotes de Santa Clara, limones rellenos de coco, jamoncillo, cacahuates garapiñados, macarrones, frutas cristalizadas, muéganos, piñón con leche quemada, etc.

El más famoso y característico dulce es el camote poblano el cual, cuenta la leyenda, se originó en el convento de Santa Rosa en el siglo XVII, ya que las monjas recibían grandes donaciones de camotes. Se dice que el obispo Manuél Fernández de Santa Cruz y Sahagún visitaría el convento, fue entonces cuando una joven de nombre Angelina sugirió elaborar un nuevo platillo aprovechando los camotes.

Talavera de Puebla

La Talavera es un tipo de mayólica típica de los estados de Tlaxcala y Puebla, México. Su distintivo es su acabado vítreo en color blanco marfileño como base de la decoración.1 La auténtica talavera solo proviene de aquellos estados, específicamente de las localidades de Puebla de Zaragoza, Atlixco, Cholula y en el estado de Tlaxcala en el municipio de San Pablo del Monte debido a la calidad de las arcillas que ahí se encuentra y a la tradición de su manufactura, que se remonta al siglo XVI.2 Los colores empleados en su decoración son el azul, el amarillo, el negro, el verde, el naranja y el malva (violeta pálido).3 La producción de talavera en estos estados alcanzó un gran desarrollo gracias a la disponibilidad de su barro y a la gran demanda de azulejos para revestir las iglesias y conventos. La industria creció a tal grado que para mediados del siglo XVII había creado sus propios gremios de artesanos y estándares, los cuales demandaron una mayor calidad, llevando a estos estados a su "era dorada" entre los siglos XVII y XVIII.2 En términos formales, la tradición surgida en Puebla se acuñó con el nombre de Talavera, diferenciándola así de las talaveras españolas. Es una mezcla de técnicas cerámicas chinas, italianas, españolas e indígenas.1

La tradición abrió su camino a través de la Guerra de Independencia al siglo XIX, durante el cual el número de factorías no sumaban más de ocho en todo el estado de Puebla. Posteriores esfuerzos de artistas y coleccionistas de principios del siglo XX trataron de rescatar la tradición y hoy en día existen colecciones de talavera en Puebla, en la Ciudad de México e incluso en Nueva York. Ulteriores esfuerzos para preservar y promover la artesanía han ocurrido a finales del siglo XX, con la introducción de nuevos diseños decorativos y la llamada denominación de origen para proteger la autenticidad de las piezas de talavera elaboradas con los métodos originales del siglo XVI.24

En 2019 fue declarada Patrimonio cultural inmaterial de la Humanidad por la UNESCO bajo la denominación oficial de Fabricación artesanal de cerámica de estilo talaverano en Puebla y Tlaxcala (México) y en Talavera de la Reina y El Puente del Arzobispo (España). Esta declaración alude a las comunidades de artesanos que existen en ambos países.5